jueves, 11 de diciembre de 2014

Friendzonear a la democracia



Me siento traicionada. Tal vez tengo muy fresco el idealismo de la universidad, de aquella clase que me eché por fallas pero en la que aprendí que el periodismo vigila la democracia. Quizás con los cuadernos más disponibles de la cuenta y las memorias todavía frescas, veo en la pre candidatura de Hollman Morris, la de Pachito, en la carrera de Claudia López, en la ex presidencia de Andrés Pastrana y en la segunda oportunidad de Juanpa una traición inmensa al periodismo.

Esta modita no es de ayer. Antonio Nariño fue periodista y eso muy pocos lo saben. Seguro los nombre que acabo de enumerar lo tienen anotadito en sus agendas. Sin duda alguna siguen los pasos del prócer. Cómo no. En 1790, Nariño adquirió una imprenta, con la que percibió los alcances del oficio periodístico y la importancia de la difusión de información.  El 4 de agosto, comunicadores y periodistas celebramos nuestro día nacional, nos daban almuerzo gratis en la universidad  y se conmemora el inicio del trabajo clandestino de Nariño en la a traducción de la Declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano. 

No creo que Nariño hubiera incursionado en el periodismo (e iniciado su propio periódico en 1811) con el fin de conseguir votos, fanaticadas o seguidores enceguecidos, sino todo lo contrario. Hay algo que no se puede negar, y es que el periodismo y la política (en la democracia) convergen en que cada quien ha de acceder a la información y, a partir de ahí, expresarse con libertad.

Doscientos años más tarde, a mis colegas cada vez les dan más ganas de aparecer en los tarjetones. Por alguna razón que es todo menos inexplicable, se convencen de que la credibilidad que han ganado con años en el oficio más bonito del mundo les alcanza para ser candidatos a la alcaldía. Y es que en este país no votamos por el más capaz sino por el que nos caiga mejor. Punto.

Salir en televisión, saber dar una entrevista por radio sin, sin, sin trab trabarse co con las palabras, responder a lo que se pregunta y sonreír para las fotos es lo que nos enseñan (parte de lo que nos enseñan) en la universidad, y eso es suficiente para sacar unos milloncitos de votos y empezar a gobernar.

Sí. Me pone triste. Me decepciona. Creí que conocíamos a la democracia como a una amiga y no para tirárnosla. Como la friendzone.