domingo, 12 de julio de 2015

No me dejo morir

Llevo 3 meses y 12 días trabajando en algo que no me enseñaron en la universidad, como la mitad de mis amigos. La otra mitad está trabajando en lo que mi mitad consideraba aburrido. Mi mitad trabaja en algo que la gente cree que sabemos hacer, incluidos nosotros.

Todo lo que nos acredita para este trabajo es estudiar para el parcial en el hueco, improvisar con fluidez para la exposición y ganarnos almuerzos gratis solo con mandar un tuit. Somos geniales en las entrevistas y redactando honores para la hoja de vida: equipo de debate, club de rock and roll, apreciador de cine y equipo de canotaje. Y nos contratan, claro que nos contratan, porque no nos dejamos morir.

Qué tentadora es la quincena, la caja de compensación, la prima, la EPS y la pensión. Choose a fucking big television. Choose good health, low cholesterol and dental insurance. Llegar a la casa, cansada hasta la muerte de no ayudar absolutamente a nada, pero con un día más de cotizar pensión. Qué gratificante.

Con ánimos de no conformarme, cosa que tenemos en común los que pertenecemos a mi mitad, busco ofertas laborales un poco más útiles y esperanzadoras. "Se busca", "oferta laboral", "#TrabajoSíHay"... Hay una luz en algún lugar, hasta que piden 5 años de experiencia.

Si yo tuviera 5 años de experiencia, mis papás estarían en la cárcel por abuso infantil. Sé y soy todo lo que pide esa oferta laboral, excepto llevar 5 junios sin salir al mar. Yo lo considero algo positivo. En estos 3 meses me he vuelto más infeliz y podría argumentar que la experiencia laboral solo lo hace a uno menos viable.

365 días, por 5 años, son 1825 días; menos 102 que llevo trabajando, 1723. He decidido vivir los siguientes 1.723 días que me faltan para completar los 5 años de experiencia, como si fueran un servicio militar. En el 2020 aplicaré a un trabajo del que llegue cansada de cambiar un poquito el mundo, en el que no me tiente la EPS ni la caja de compensación, sino solo hacer las cosas por amor.








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