martes, 24 de noviembre de 2015

El Absolutismo y el río Atrato

Una niña de mi colegio fue candidata a Señorita Colombia, en representación del departamento de Cundinamarca. Fue la sensación, entre quienes sabíamos que no era de Cundinamarca. Se sumó a la señorita que estuvo very felicing in cartagenin y a aquella que pasó a la historia por ser defensora de los derechos a la igualdad de género, sin saberlo.

La Real Academia Española define rey y reina así: “Persona, animal o cosa que por su excelencia sobresale entre los demás de su clase o especie”. La niña de mi colegio sobresalía entre todas las niñas de Cundinamarca, supuestamente, por su belleza, pero no le alcanzó para sobresalir en los otros 31 departamentos. Hay niñas que sobresalen por bailar bambuco, comer chontaduro o preparar café, pero a todos nos parece que es una exaltación sexual de la mujer, que la reduce a una imagen irreal, construida por y para hombres, en miras de la expansión utópica y comercial de una Mujer que no existe, Florence Thomas y todo lo demás.

En el Chocó es distinto. Allá, donde las carreteras están a medio hacer porque solo cabe la mitad de cada llanta, donde las hidroeléctricas no se terminan y se convierten en cascadas; allá, donde en un municipio de mil habitantes hay dos mil sufragantes y donde te enciman la pepa si compras mango en la calle, ser reina de belleza es ser monarca.

Mauricio, viendo a la Reina. Creía que todos la adoraban por haber ganado La Voz Kids. 


La Real Academia define monarca así: “Jefe del Estado de un reino, que ejerce normalmente la más alta representación de este y que arbitra y modera el funcionamiento de susinstituciones, recibiendo y transmitiendo su cargo por sucesión hereditaria”. Las dos veces que Raimundo Angulo ha elegido una Señorita Colombia chocoana, ha elegido, como ha hecho Dios con el resto de reyes y reinas en la historia, a la soberana del departamento más aislado del país.

Una señorita Chocó que es además señorita Colombia hace todo lo que los gobernantes, elegidos “democráticamente”, no hacen: representa, arbitra y modera. Visibiliza, recibe y transmite la realidad de su región. Por eso se hacen camisetas con su cara, se le obedece a ciegas, se paraliza la ciudad, se prende el carro de bomberos y se entonan las canciones que ella entone. El Chocó no es un departamento cegado por el machismo, no señores, es uno cansado -por fin- de jugar a la democracia.

Yo con mi camiseta de la Reina. 


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