jueves, 10 de julio de 2014

La descendencia negra del Quijote: San Basilio de Palenque

17 calles, 4500 habitantes,1 acueducto y 2 barrios: 'Arriba' y 'Abajo'. La frontera entre ambos es la única estación de policía, que siempre está vacía. 


En los años mil seiscientos, cuando el tirano mandó las calles de Cartagena y blablablá. Inspirados por su genética libertaria, porciones de esclavos se escapaban y se internaban en los valles de los Montes de María. Allí llovía mucho más que en Cartagena, tenían arroyos y podían esconderse de los españoles. Con rutas que se revelaban en las trenzas de las mujeres -las mismas trenzas que portan las rolas mas guisas hoy por hoy- se les mostraba a los que aún habían escapado qué camino tomar y, así, poder llegar al palenque.

Se llaman 'palenque' todas las agrupaciones de negros esclavos que lograban organizarse, luego de haber quebrantado la ley y conseguido por las malas su libertad. Los españoles intentaron luchar contra este fenómeno y destruyeron algunos.
Hubo uno al que no pudieron imponerse; al que le reconocieron su organización, y lo dejaron libre con condiciones. Enviaron, pues, un arzobispo a San Basilio de Palenque y se les prohibió acoger a nuevos escapistas de la colonia.

Hoy, cinco siglos después, sentirse acogido en San Basilio es igual de difícil a como fue cualquier día del siglo dieciséis.

Adiós chicos de mi barrio


San Basilio de Palenque terminó convirtiéndose en el primer pueblo libre de toda América y en la casa del campeón mundial de boxeo, Kid Pambelé. La leyenda dice que Colombia nunca había tenido un reconocimiento mundial de ese tamaño; que Kid vivía en una casa de bareque y que, cuando ganó, le pidió al presidente de turno que dotara de electricidad a su pueblo. Pues, la leyenda es cierta y muchos turistas van hasta San Basilio a comprobarlo; van a la esquina donde era su casa, visitan su estatua en el coliseo y preguntan en qué gimnasio aprendió a pelear Antonio Cervantes Reyes, el nombre de pila de Kid.

Aunque en el pueblo hay 4 escuelas de danza, no hay un solo gimnasio de boxeo. Es fácil imaginar que, en el pueblo natal del campeón mundial, los niños no pidan patines sino guantes, que no tiren canicas sino salten lazo, pero no. No es así. Kid aprendió a pelear en la calle. "Los muchachos pelean, para medirse entre los Cuadros. Cuando alguien gana, vuelven a relacionarse como si nada", cuenta John Jairo, palenquero, profesor del colegio de San Basilio, dueño de una moto y mi guía.

John Jairo, uno de mis guías. En su moto, recorrimos todo el pueblo.

Un Cuadro es un grupo de hombres o de mujeres, de la misma edad, que vive en el mismo sector (un sector es una cuadra). Se conforman desde que los niños y las niñas tienen alrededor de seis años; escogen un nombre y son amigos para toda la vida. "Usted se puede ir a la ciudad que quiera, pasar los años de los años, hacer y conocer todos los amigos del mundo, pero, cuando vuelva, su Cuadro va a ser el mismo; muérase el que se muera, así usted sea el último miembro vivo, sigue siendo del suyo", cuenta John Jairo.

-¿Para qué sirve un Cuadro?
-Para saber que uno no va a estar solo. Nos ayudamos entre nosotros, siempre.
-¿Cómo se llama el suyo?
-Los belicosos.
-¿Por peleones?
-No. Por guerreros. Es, más que todo, por el fútbol.
-¿Hay muchos conflictos entre cuadros?
-Cuando uno es pelado, sí. Siempre quiere saber quién es más fuerte. Después uno se calma, y más cuando conoce a una chica. Casi siempre, un cuadro de hombres tiene especial relación con uno de mujeres. Así, cuando te llega la hora, conoces a la nena desde que eras un niño; ya sabes lo que le gusta hacer, cómo es, qué prefiere, qué hace cada día. Es más fácil enamorarla y enamorarse uno de ella.

En cada sector, el acueducto funciona un día de por medio. A pesar de eso, las mujeres cada vez van menos al arroyo a lavar la ropa. Cada vez hay más lavadoras, cada vez se habla menos la lengua nativa del pueblo y se consulta menos al médico rezandero. "Digamos que usted tiene una vaca y se le hace una herida en la pata; se le infecta, se le llena de gusanos. Entonces, usted va a donde él, le cuenta y le pide que rece por usted, por su vaca. El tipo reza y le cura la vaca", cuenta Nilson, primo de John Jairo y también miembro de 'Los belicosos'.

Ojalá me hubieran invitado a esa fiesta.


Aunque fácilmente podría estar invadido de turistas, lleno de vendedores pidiéndole al transeúnte "hacer patria" comprando una manilla, la llegada de visitantes foráneos a San Basilio de Palenque es todo un acontecimiento. Tal vez, la invaluable cotidianidad de los palenqueros se conserva como lo hace porque a casi nadie se le ocurre ir hasta allá. Existe una barrera accidental, geográfica o natural, que mantiene a la población al margen de todo aquello que podría infectar su patrimonio cultural. Haría falta construir un equilibrio, en el que cualquiera tenga el privilegio conocer San Basilio, pero a nadie se le ocurra construir un hotelito aquí y otro más allá.

Champeta urbana pa'l mundo


La cultura palenquera se impone incluso sobre la ley. La máxima autoridad del pueblo es el Consejo Comunitario, al que se reportan todas las quejas, ideas y proyectos. Allí se evalúan, se aprueban, se juzgan o se niegan las propuestas de los habitantes de San Basilio, y las decisiones son respetadas por la fuerza pública. Por eso, la estación permanece vacía y casi nunca llaman a la policía. Existe, sin embargo, una organización que mantiene el orden público en el pueblo: la Guardia Cachiporra. Ellos son los encargados de verificar que lo estipulado por el consejo se cumpla.

En la Casa de la Cultura hay una biblioteca, un auditorio, un museo, unas oficinas y un estudio de grabación. Adentro, dos computadores Mac, equipados con las herramientas de edición de audio y video más calificadas; instrumentos musicales, y micrófonos de todas las clases se vuelven la materia prima de la champeta y el hip hop que se hace en palenque.



Todas las calles son de tierra y cada vez hay menos casas de bareque,
como era el método de construcción original.



Cada semana, hay clases de edición, consejos de redacción, clases de locución y jornadas de grabación. Un colectivo de comunicación, integrado por jóvenes palenqueros de no más de 25 años, gestiona el trabajo en el estudio. Los cantantes, bandas, champetúos y raperos que quieran pueden acercarse al colectivo y decir que quieren grabar sus canciones. Las graban, las editan, les hacen la pista, y después el artista va a la emisora regional, en donde la música de San Basilio tiene un espacio todos los jueves.

Nothing's gonna change my world


Para tranquilidad mía, Barack Obama le dio la titulación colectiva a San Basilio de Palenque, hace dos años. Nadie que no sea palenquero puede comprar ni construir tierras en la zona urbana o rural del pueblo. Hay algo de paz en ese hermetismo cultural; saber que tan solo mi piel blanca desentona es saber que cualquiera que intente imponer algo distinto a lo tradicional va a fracasar.
De todos modos, nunca me negaron un saludo ni una sonrisa. San Basilio sabe lo que tiene, lo que es, y lo sabe tan bien que está tranquilo, porque nadie se lo puede robar. Si no pudieron hace cinco siglos, hoy, ni una lavadora, ni un Mac lo va a lograr.

No entiendo cómo nadie le ha preguntado a Kid Pambelé el nombre de su Cuadro. Sus compadres deben estar muy orgullosos y con el pecho inflado, contando por ahí que el campeón mundial era de su sector. O tal vez les dé vergüenza, sabiendo que Antonio hoy vive en Turbaco, rehabilitándose día a día de su adicción a las drogas.

En la vida, en un lugar de la ciénaga de cuyo nombre no quiero acordarme, todo es ambivalente. El aislamiento en el que vive San Basilio de Palenque lo mantiene al margen del reconocimiento y a la vez del exterminio cultural. Es irónico. Tan irónico como los apellidos del esclavo más famoso de Colombia: Kid Pambelé, mejor conocido en su sector como Antonio Cervantes Reyes.






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