miércoles, 19 de octubre de 2016

Sean hombres

El 13 de octubre en la mañana, un desgraciado se creyó lo suficientemente hombre para agarrarle el culo a una niña que amo. Aunque ni su papá, ni sus tíos, hermanos ni amigos estaban con ella, sé que fueron ellos los más adoloridos con el atrevimiento. Hay que tener muy poca hombría para preferir agredir a una mujer antes que conquistarla, porque no hay nada más atemorizante que la saques a bailar una canción y al segundo compás, te diga que no. Así somos: tenaces, difíciles, insoportables. Es normal que los hombres se acobarden, se achicopalen ante un par de piernas o de ojos despampanantes, pero los valientes son silenciosos y constantes. Esos que se atreven a cogerte la mano antes que el culo; a encaminarse con esperanza y sin recompensas inmediatas, por el camino del cortejo, siempre expuestos a la posibilidad de que un día amanezcas y los mandes a la mierda. Señor, no se envalentone, ni se le infle el pecho por alcanzar a cerrar el puño en unas nalguitas bien definidas y ajenas. Usted no es ágil, no es veloz, ni es un varón. Es todo lo contrario, y no una mujer, porque muchas tenemos más hombría que usted.

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